La calidez de nuestra familia en la cinta de correr de uso doméstico

Esa cinta de correr de uso doméstico que tenemos en casa fue un regalo que elegimos juntos para nuestro quinto aniversario de bodas.En aquel entonces, mi esposa acababa de dar a luz a nuestro segundo hijo, y a menudo decía que no tenía tiempo para salir a caminar con los niños para cuidarlos.INoté que sus hombros se tensaban cada día y la oía quejarse de dolores de espalda de vez en cuando, así que le sugerí: "¿Por qué no compramos una cinta de correr para casa? Puedes subirte a dar un paseo cuando tengas un descanso de los niños; te relajará".

Al principio, mi esposa era la que más utilizaba la cinta de correr de casa.Todos los días, después de que nuestro hijo pequeño se quedaba dormido para su siesta, ella se subía, lo ponía a un ritmo lento y caminaba durante media hora.A veces, cuando salía del estudio a buscar agua, la veía caminando, mirando a través de la ventana de la sala de estar el pequeño jardín de la planta baja.La luz del sol caía sobre su perfil y sus cejas estaban relajadas.Cuando nuestra hija mayor terminaba sus tareas, se acercaba caminando, subiéndose al costado de la cinta para balancearse.Los dos charlaban perezosamente sobre la escuela y sus risas se mezclaban con el suave zumbido de la cinta de correr de uso doméstico.

Más tarde me convertí también en un usuario habitual.Después de acostar a los niños por la noche, mi esposa y yo nos turnábamos: mientras ella caminaba en la cinta de correr de uso doméstico, yo me estiraba en una colchoneta de yoga cercana;Cuando corría, se sentaba a mi lado doblando la ropa, y de vez en cuando me miraba para decirme: «Ve más despacio, que no te dé un cosquilleo». Una vez, nuestra hija mayor se despertó a medianoche, vio la luz del salón encendida y se acercó frotándose los ojos: «Mamá, papá, yo también quiero hacer ejercicio». Esa noche, caminó en la cinta de correr de casa a la velocidad más baja durante cinco minutos, con las mejillas sonrojadas, declarándose «la campeona del ejercicio de la familia».

Ahora, la cinta de correr para uso doméstico está junto a la ventana de la sala de estar, como una vieja amiga.Lo uso durante media hora todas las mañanas antes de que los niños se despierten;Por la noche, mi esposa hace “paseos de padres e hijos” con nuestra hija mayor;A veces, los fines de semana, después de una limpieza a fondo, incluso hacemos una carrera para ver quién camina con más firmeza y más tiempo. Nunca se convirtió en un simple polvo; al contrario, es un hilo conductor que une el tiempo de ejercicio en familia.Cada vez que escucho su zumbido constante, siento una calidez silenciosa escondida en estos días ordinarios.